domingo, 10 de abril de 2016

ENTREVISTA SOBRE EL PATRIMONIO Y LOS CONFLICTOS ARMADOS

Palmira © Bernard Gagnon — Travail personnel
Hace un año, Alicia González Rodríguez hizo una entrevista a uno de nosotros por medio de correo electrónico en relación con el patrimonio y su destrucción por el Estado Islámico. En principio iba a salir en el semanario Ahora pero nunca fue así. Ahora que el ejército regular sirio ha "recuperado" Palmira, que la Corte Penal Internacional juzga a un primer acusado por la destrucción de patrimonio, más concretamente el de Mali, Ahmad al-Faqi al-Mahdi, o que la UNESCO crea una fuerza para la conservación del patrimonio cultural en situaciones de crisis (una especia de cascos azules de la cultura) nos parece un buen momento para retomar aquel texto y darlo a conocer.


AGR - ¿Es eficaz la destrucción de imágenes, bienes culturales, en términos de propaganda? ¿La destrucción de la historia es el principio del olvido identitario?
RGV - La destrucción de imágenes o de objetos por parte de algunas religiones es algo que tiene una larga tradición y remonta a la aparición de las principales religiones monoteístas. Las representaciones divinas han sido prohibidas en muchas religiones. Evidentemente, su destrucción tiene un efecto de comunicación o de propaganda, si se prefiere, importante, entre aquellos que las veneran o admiran y aquellos que se niegan a hacerlo. La huella, los elementos materiales de una idea, tiene un carácter de significación como efecto presente y como signo de su causa ausente, como decía Paul Ricœur, La memoria, la Histoira, el olvido (Trotta Editorial). Observar a alguien que no concede valor a un bien cultural y que lo destruye nos revuelve la conciencia por inútil, innecesario, llegando a olvidar que vemos actos profundamente más horribles como los asesinatos de seres humanos que deben pasar a primera línea de nuestras preocupaciones. La destrucción de los objetos arqueológicos o de los yacimientos tiene un efecto directo sobre la memoria contribuyendo al olvido selectivo. Las fuentes orales o escritas de la Historia pueden desaparecer fácilmente, no ocurre así con las fuentes materiales que son infinitamente más demostrativas, más pedagógicas, porque tienen un arraigo en el suelo y son inteligibles para cualquiera por su realidad física. En el caso que nos ocupa podría decirse que borrando las huellas materiales se agrede a los valores de occidente (el laicismo de la UNESCO por la protección del patrimonio independientemente de su origen religioso o nacional) y se eliminan los restos de civilizaciones y culturas anteriores al Islam. Destruyendo el patrimonio se atenta contra la modernidad, el laicismo, occidente, las instituciones que lo defienden y los valores culturales no islámicos… En términos de impacto mediático no está mal, ¿no? Sin embargo, no debemos olvidar que no es una actitud ni islámica ni siria… La inmensa mayoría de las gentes de estos países comparten nuestros valores culturales en relación con el patrimonio.

AGR - ¿Es el EI inmune a la belleza?
RGV - En primer lugar habría que ponerse de acuerdo con el concepto de “belleza” que no es universal y, por consiguiente, completamente cultural y relativo. Si aceptamos esto, no se trata, pues, de inmunidad a la belleza sino de diferentes registros y valores culturales, sobre la memoria y aquello que merece ser conservado u olvidado.

AGR- ¿Las mafias del mercado internacional de antigüedades son cómplices de la financiación de la guerra? ¿Se aprovechan las guerras para hacerse con piezas codiciadas?
RGV - Con toda seguridad. La gran mayoría de las pérdidas del patrimonio no son por destrucción voluntaria, sino por que los hallazgos y las piezas se integran en el mercado ilegal de antigüedades. No creo que las guerras sean la ocasión de hacerse con una pieza codiciada, ese mercado internacional se nutre cuando estallan los conflictos en zonas especialmente ricas en objetos arqueológicos.

AGR- Usted defiende el discurso de la modernidad que significa la protección del patrimonio cultural.
RGV - Si, porque son valores modernos, universales y laicos preconizados por instituciones de la ONU. Olvidamos que el actual statu quo mundial es fruto del final de la guerra mundial y que entonces se establecieron los derechos humanos sin alusión ninguna a Dios, a pesar de la insistencia de los Estados Unidos y contra el ateísmo de estado de la Unión Soviética. También se olvida que la aparición de la noción de patrimonio es una discusión posterior a la revolución francesa. El debate, también entonces se produjo entre aquellos que querían destruir los châteaux de la nobleza o los templos y catedrales de la Iglesia, como símbolos de la sociedad del Antiguo Régimen que había que transformar y aquellos que entendían que había que preservar aquellas “joyas” de la familia y de la Historia de la nación. Triunfaron los partidarios de la definición de esos bienes de la nobleza y del clero como un “patrimonio” en su sentido original, es decir como aquellos bienes que se reciben en herencia y que se transmiten de generación en generación. Pero entonces, también se pretendía destruir con la intención de olvidar, se trataba de destrucciones que pretendían romper con una determinada sociedad de clases. Hoy es más un problema de civilización. Occidente ha impuesto unos valores que no son compartidos por todo el mundo. Sin embargo, toda destrucción de patrimonio está íntimamente ligada a ataques a la integridad, física, a la libertad de pensamiento que equivalen a una "limpieza cultural" o a un "genocidio cultural" según la Corte Penal Internacional. Por ello, la dimensión cultural debe formar parte de toda estrategia de paz, insiste Irina Bokova, directora general de la UNESCO.

AGR- ¿En cuánto se pueden estimar los bienes que mueve ese mercado?
RGV - Es muy difícil hacer una estimación al tratarse de un comercio ilegal pero bastará con citar el informe de 320 páginas de objetos desaparecidos del museo de Malawi. Representa unas 1000 piezas de alto valor económico precisamente por tratarse de un mercado ilegal. Sin exagerar puede tratarse de más de un millón de euros. Si multiplicamos la cifra por los numerosos museos saqueados en Egipto, Libia, Siria, Irak… Otro orden de dimensión puede proporcionarlo que en el yacimiento de Apamea se pueden apreciar hasta 14.600 fosas de excavaciones ilegales en las imágenes aéreas visibles con Google Earth desde el inicio de la guerra de Irak como relatamos en Plaudite ciues: Antigüedades y opio: la financiación del terrorismo internacional. ¿Cuántos objetos pueden surgir de estas excavaciones que destruyen el yacimiento para siempre? ¿Qué precio alcanzarán en el mercado?

AGR- ¿Forman parte de esa complicidad colegas de profesión, historiadores, arqueólogos?
RGV - Es posible aunque creo que poco relevante. Lo importante es que son países con altísimos porcentajes de población miserable. Las gentes de esas zonas siempre han excavado y encontrado objetos de valor en los yacimientos y en las sepulturas, que luego han vendido, como nosotros hasta el siglo XIX cuando fue apareciendo la noción de patrimonio cultural. No en vano, con excepción de la tumba de Tutankamón, pocas tumbas reales han sido descubiertas intactas. Esas gentes viven en una economía de la desesperanza obteniendo solo el 1% o el 5% del valor final que alcanzará al final, cuando sea comprado por un occidental. 

AGR- ¿La apropiación de estos bienes en Siria sería equiparable a la de arte degenerado en la II Guerra Mundial?
RGV - Si, con toda seguridad. Por un lado lo critican, lo menosprecian, por otro lo acaparan con la intención de venderlo. Quizá, a diferencia de entonces, se convierte sobre todo en un valor venal, de cambio, no yendo a parar a las colecciones privadas de los dirigentes del EI.

AGR- ISIS ha amenazado Italia, ¿el desconocimiento de países como Siria hace que menospreciemos la desaparición de su historia, cosa que no sucedería, por ejemplo, con Italia?
RGV - Cuando hablamos de la destrucción del patrimonio histórico, de yacimientos, de pérdidas de objetos no debemos olvidar que solo es un instrumento más de una guerra que solamente en Siria ha supuesto la vida de 200.000 personas y 3 millones de refugiados. Si todo esto está pasando sin que las potencias occidentales sean capaces de detenerlo sería vanidoso pensar por parte de los arqueólogos y amantes de la cultura que el patrimonio podría detener lo que está ocurriendo. Existe de hecho un precedente con las dos guerras mundiales: la catedral de Reims, símbolo de las consagraciones reales de la monarquía francesa, fue sistemáticamente bombardeada por las tropas alemanas durante la I Guerra Mundial, el pretexto era que podía servir de plataforma de lanzamiento de obuses. Pero el objetivo era el edificio de alto valor simbólico para los franceses, consternando la opinión pública de la época. La destrucción fue tal que la restauración-reconstrucción de la catedral no acabaría hasta… 1937, en vísperas del inicio del siguiente conflicto mundial. Un acuerdo entre los contendientes parece que hizo respetar este monumento de los desastres de la guerra, menores al ser ocupada Francia sin conflicto armado comparable al de la Gran Guerra. No podemos más que aplaudir una decisión que impedía destruir la catedral pero que no consiguió evitar el desastre humano conocido por todos. ¿Podemos ponernos de acuerdo en la no destrucción del patrimonio cultural y no podemos detener el desastre humano que conlleva una guerra? Eso quiere decir que hemos alterado el orden de las prioridades ¿Podemos pedir al EI que no destruya Palmira si somos incapaces de detener el sacrificio público de miembros de ONG o de periodistas o del conflicto que ha terminado con la vida de 200.000 personas? ¿Puede existir un ejercito americano con un instrumento como Fort Drum donde se prepara a los soldados en la protección del patrimonio de zonas sensibles como Irak y ejecutar (o permitir hacerlo) a Sadam Hussein el día del Aïd, cuando los sunitas sacrifican un cordero, siendo un día de perdón y reconciliación? La pregunta y la ausencia de respuestas estremecen.

AGR- Hollande ha llamado a una solución política para un Al-Assad debilitado en las próximas semanas. ¿Es posible aún detener al EI cuando los kurdos y Hezbollah se han visto solos en su oposición a su avance? ¿Ha servido de algo el llamamiento de Irina Bokova, de la UNESCO?
RGV - No me creo capacitado para responder con criterio la primera pregunta pero personalmente creo que solo una intervención internacional puede detener al EI. Cuáles pueden ser las consecuencias de una intervención es otra respuesta que no tengo. No, no creo que tenga demasiadas consecuencias pero era su obligación hacer el llamamiento.

AGR- Antes de la guerra había cerca de 200 equipos internacionales trabajando en Siria, 3 de ellos españoles. Según nuestros datos la presencia española ha sido constante desde al menos hace 20 años ¿Después del conflicto seguirá existiendo interés por el país o la destrucción puede cambiar las estrategias de los investigadores y convertirlos en meros documentalistas del desastre?
RGV - Son países que siempre tendrán interés para la investigación arqueológica. Después de toda guerra viene la reconstrucción y el patrimonio, la arqueología, son sectores tradicionales donde la cooperación internacional confluye con relativa facilidad. Me consta que grupos de inversión preparan la posguerra de Siria y me consta que ciertos grupos de inversión invierten cientos de millones de dólares en Afganistán, de los que siempre gotea algo para los proyectos arqueológicos. A una escala inferior, en estos momentos el estado francés busca investigadores que lideren proyectos en Túnez con la intención de evitar un aislamiento del país tras los atentados del museo del Bardo. Por cierto, de alto contenido simbólico también.

AGR- ¿El califato islámico obliga a esa demolición arqueológica? Al parecer el ejército de Al-Assad también habría creado una especie de Sarajevo con francotiradores que dañaría igualmente el patrimonio eliminando información arqueológica para siempre…
RGV - Ha habido y hay una dejación por parte de los ejércitos regulares. Cuando un país entra en guerra fratricida y mueren 200.000 personas el patrimonio no es prioritario. No olvidemos que nuestra sensibilidad y la protección que hemos puesto en marcha es reciente cronológicamente y un proyecto de la modernidad en su concepción.

AGR- ¿Cuándo fue la última vez que estuvo en el país? ¿Cómo vive un amante de la arqueología el ver ondear la bandera del DASH en Palmira?
RGV - No he estado. Estuve a punto de dirigir un proyecto en Siria y el año pasado perdimos una oportunidad de dirección de una tesis en la zona en parte debido al conflicto. Un compañero de laboratorio si que ha investigado toda su vida en Siria y no ha vuelto allí desde el principio del conflicto.

AGR- ¿Quedan investigadores en Siria o el patrimonio está en manos del Observatorio Sirio de DDHH e iniciativas como Proyecto para la paz, Patrimonio para la Paz o Arte por Siria?
RGV - No quedan investigadores en Siria. Incluso no sabemos nada de los colegas locales.

AGR- ¿Qué efectos y repercusión tendría que Palmira fuera arrasada como parte de la narración de nación en Siria?
RGV - No lo sé. Imagino que dependerá de quién gane el conflicto, el relato sobre un acto así será bien diferente. Habrá que esperar a ver qué consecuencias tiene.

AGR- ¿Se puede trasladar en condiciones de seguridad el patrimonio mueble, los objetos como esos cientos de estatuas que dicen habrían sido desplazadas?
RGV - El patrimonio mueble sufre por cualquier desplazamiento. Primero, puede degradarse. Segundo, puede perderse o acabar en manos privadas.

AGR- ¿Es posible recuperar las obras arqueológicas que han sufrido este terrorismo cultural una vez que se pacifique el país o son siempre situaciones irreversibles?
RGV - Nada es irreversible. Pero si tenemos en cuenta que 70 años después del final de la guerra mundial todavía no se han reintegrado algunas de las colecciones que se dispersaron o acabaron en manos privadas, podemos hacernos una idea que la irreversibilidad es una cuestión de escala temporal. Para nuestra generación y la siguiente es posible que lo sea. Dos artículos sobre el tema: 

Un artículo reciente sobre la destrucción del patrimonio y la segunda Guerra Mundial en Jot Down: La destrucción del legado cultural europeo durante la 2ª Guerra Mundial.

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