viernes, 7 de agosto de 2015

¿QUÉ FUE... DEL BÚNKER DEL SALER?


Cañón de la zona del estrecho de Gibraltar de semejante
aspecto y contexto paisajístico al del búnker de El Saler
Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, 29 de marzo de 2003


Transcurrido un lustro desde el redescubrimiento casual por las obras de regeneración litoral en los primeros días de 1998 del fortín de El Saler parece oportuno meditar de un modo sosegado sobre el futuro de esta singular obra de fortificación militar de la Guerra Civil española, soterrada provisionalmente bajo la arena, ahora que proliferan las iniciativas cívicas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), tales como las exhumaciones de fosas comunes de los desaparecidos republicanos en las localidades leonesas de Priaranza del Bierzo o Piedrafita de Bavia.

Sección del búnker del Saler con los cañones del acorazado Jaime I
Se trataba de la “barbeta” de una pieza de artillería de costa con casamata superior y un auténtico dédalo de galerías subterráneas de unos 500 metros cuadrados, fotografiados por Kai Försterling y Ferran Montenegro. Todo ello sólidamente construido en 1937 con hormigón armado por no menos de 8.000 trabajadores sometidos a un estricto régimen secreto militar, bajo las órdenes del general Miaja y la dirección de los técnicos valencianos del Departamento de Armamento y Construcciones de la II República Española, con el fin último de alojar un cañón Vickers Amstrong de 381 mm. Recuperado ex profeso del acorazado Jaime I en aguas de Cartagena, concebido estratégicamente para hacer frente a un posible desembarco de las tropas de Franco acantonadas en Mallorca y a los bombardeos navales de los cruceros alemanes (Levante-EMV, 12-02-98).

Valiosos datos aportados en su día por el benemérito Andrés Castellano Martí, presidente de la asociación Amigos del Museo Histórico-Militar, para el cual destruir este recinto de defensa costera “sería un nuevo ataque a nuestra historia…” (Levante-EMV, 27-01-98), exigiendo su conservación, frente a la diletante autorización para su demolición por parte de la ex Directora General de Patrimonio Artístico Carmen Pérez (Levante-EMV, 4-02-98), ante las tesis del entonces jefe de la Demarcación de Costas Manuel Fernández Arribas, según las cuales la preservación del mismo “no parece compatible con el proyecto” (Levante-EMV, 27-01-98).

Es precisamente en esa línea de recuperación de esa memoria escondida a todos los valencianos, en la que cabría inscribir en estos momentos la reivindicación del indudable “valor arqueológico” de este singular enclave militar, solicitando de la administración competente su perentoria catalogación de oficio en el Inventario General del Patrimonio Cultural Valenciano, de acuerdo con la Ley 4/98 (LPCV), y su futura protección legal, así como su rehabilitación temática con fines pedagógicos, antes de que el obligado traslado del polideportivo municipal a la zona de la nueva avenida de las Cortes Valencianas, convierta en definitivamente baldíos los civilizados esfuerzos encaminados a su postergada recuperación física, al modo de las reliquias de la Muralla del Atlántico de la II Guerra Mundial, transmutadas en un aliciente turístico de la región francesa de Normandía.

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