domingo, 17 de octubre de 2010

LA GUERRA DE LAS RUINAS

Traducción de la Reseña Les ruines, enjeu géopolitique  de Pierre Verluise
aparecida en GlobalBrieg. World Affair in the 21sts Century

Del libro de Jean-Pierre Payot, La guerre des ruines. Archéologie et géopolitique, Choiseul Éditions: París,
2010, 192 págs.

Llega a las librerías una novedad original. Se trata del innovador libro firmado por Jean-Pierre Payot, La guerre des ruines. Archéologie et géopolitique, publicado en París por las ediciones Choiseul. Apasionado de la arqueología, el autor es un profesor agregado de Geografía e Historia que ha sabido descubrir un nuevo terreno para el análisis geopolítico: las ruinas.

Su argumentación se basa en una sólida cultura. Demuestra con numerosos ejemplos que desde el último rey del Imperio Neobabilonio, Nabonido, han sido numerosos los soberanos que han utilizado los vestigios arqueológicos con fines políticos. Lugares de memoria, construcciones de identidades, eliminación de las de los otros, falseamientos… en geopolítica el recurso a la ruina es múltiple. El autor sabe hacer atractivo el tema gracias a un estilo bien cuidado.

La instrumentalización de la arqueología con fines geopolíticos

El autor se expresaba así en una entrevista: “Se pueden poner miles de ejemplos que apoyan la instrumentalización de la arqueología con fines geopolíticos. En el origen, una entidad de naturaleza política, religiosa o cultural se opone a otra respecto a todo o una parte de un territorio. En cualquiera de los casos la arqueología hace irrupción en el momento de toma de posición de ambas partes en el conflicto. Cualquiera que sea el contexto la arqueología sistemáticamente fundará una especie de “derecho histórico”. La invocación de la ciencia arqueológica o de los vestigios resultantes de las excavaciones, en el marco de una especie de “tribunal geopolítico”, permite a unos y a otros proporcionarse argumentos históricos -“dignos de fe” en consecuencia- para legitimar tal o cual pretensión sobre un territorio. En tales casos hipotéticos, la arqueología es instrumentalizada para certificar una prioridad, una superioridad y, en definitiva, un derecho territorial basado en una pseudo-sujeción en el tiempo. Este derecho puede, por otra parte, tener un contenido político, y también cultural y religioso. En efecto, muchos artefactos, muchos monumentos arqueológicos se revisten de una dimensión religiosa. Por otra parte, a menudo, esta dimensión remite a religiones aún “vivas” hoy día. La tentación es irresistible de hacer valer los objetos arqueológicos como prueba incuestionable de un derecho a dominar sin fisuras el territorio para aquellos que se confiesan creyentes de estas religiones.”

La arqueología de lo divino

Entre los pasajes que deben leerse sin demora, se tendrá en cuenta Le rapt colonial et ses suites (p. 50); La Chine et l’Occident (p. 66) y L’archéologie du divin (p. 91). Este capítulo aborda la cuestión de la arqueología bíblica y los intereses geopolíticos en juego. O cómo  algunos israelíes utilizan la arqueología para probar la anterioridad de la presencia judía en Palestina. En este caso, la cuestión de la anterioridad enmascara la del control del territorio y la legitimidad para dominarlo. Permitiendo apreciar con  otras perspectiva las excavaciones arqueológicas emprendidas en 2007 al pie de la mezquita de Al-Aqsa por equipos israelíes.

Evidenciando la multiplicidad de las manipulaciones arqueológicas con fines geopolíticos, Jean-Pierre Payot hace una obra útil porque da al mismo tiempo profundidad y claridad al tema. Todos los que se enfrentan a esta temática regularmente bajo los ecos de actualidad encontrarán aquí elementos sólidos para apoyar su reflexión. Aportará luz al debate público.

INVESTIGAR SIN LAGUNAS

El País, Editorial del 17 de octubre de 2010

Una de las consecuencias más indeseables de la crisis y de los ajustes presupuestarios sería la pérdida de algunas de las promociones de científicos e ingenieros más preparadas de toda la historia de nuestro país. Carecer de perspectivas laborales razonables después de muchos años de formación, en ocasiones en algunos de los mejores centros nacionales o internacionales, puede suponer la pérdida del impulso necesario para perseverar en una carrera investigadora que no ven posible. Los efectos del abandono son irreversibles; no puede haber lagunas en una actividad tan exigente cuando se está compitiendo con sistemas más desarrollados que el nuestro y con mejores defensas en tiempos de crisis.

También puede ocurrir que no abandonen su carrera y se decidan a emigrar e integrarse en esos sistemas, con lo que el país hace un negocio ruinoso. Invierte en una formación larga y costosa que, por falta de oportunidades cuando se ha completado, va a engrosar la capacidad investigadora e innovadora de otros países que, normalmente, los reciben ya formados con los brazos abiertos. La construcción de un nuevo marco económico basado en el conocimiento requiere continuidad en lo que a recursos humanos se refiere. Los procesos de formación de personal especializado y de construcción de grupos de excelencia necesitan largos periodos de maduración en los que se produzca la incorporación y el relevo de los recursos humanos de forma ininterrumpida. Con el agravante de que suelen ser los mejores quienes encuentran más facilidad para instalarse en otros países; y lo hacen si no hay una oferta de oportunidades que compense la todavía clara inferioridad de medios en nuestros centros. Luego, cuando la situación mejore, puede haber programas de reincorporación pero la experiencia muestra lo difícil que es atraer a quienes ya han encontrado acomodo fuera y un buen encaje en un sistema del que han estado ausentes durante mucho tiempo.

La recesión impone duras condiciones, pero si hay un sector en el que no se puede debilitar el esfuerzo acumulado en los últimos años es en el de la creación de un fuerte sector de I+D+i y, en concreto, en la incorporación de los mejores entre los que han pasado por un proceso de formación que les permite competir con éxito con sus colegas de otros países. Nos jugamos mucho, no solo en los años de ajuste, porque las consecuencias de las decisiones en este terreno se prolongarán en el tiempo.