sábado, 17 de abril de 2010

DOS MIL CIENTO CINCUENTA (MMCL) AÑOS DE VALENCIA

Ricardo González Villaescusa
Josep Vicent Lerma

Levante-EMV, 17 de abril de 2010

La ya a tiro de piedra añada de 2012, cuando se estén llevando a cabo las Olimpiadas de Londres, genius loci mediante, tal vez simbolizado por la mitológica esfinge guerrera, progenitora legendaria del linaje valentino, de la excepcional tinaja ibérica del Museu d´Història de València decodificada por el profesor Ricardo Olmos, se cumplirán nada menos que los 2.150 (MMCL) años del establecimiento por Roma a orillas del ancestral río Turia de la civitas Valentia, siendo cónsul en la provincia hispana ulterior Décimo Junio Bruto "Gallaicus", en el 138 antes de nuestra era.

Efeméride que en plena etapa del franquismo desarrollista contó con el precedente, sin excesiva pena ni gloria, del aniversario en 1962 de los "Dos mil cien años de Valencia", auspiciado por el benemérito Ateneo Mercantil y avalado nada menos que por el rigor intelectual de dos sabios de la Arqueología autóctona de reconocida valía intelectual, como los inolvidables maestros de arqueólogos Domingo Fletcher y Miquel Tarradell.

Resultando ignota para los autores de estas líneas, hasta donde nos es posible alcanzar, cualquier anterior noticia local relativa al Bimilenario de 1862, todavía en el crepúsculo decimonónico del reinado de Isabel II. En este contexto conmemorativo dictatorial del pasado siglo XX, tal y como recordaba Manuel Sanchis Guarner en su monumental historia del Cap i Casal, igualmente se insertó dos años antes en 1960 la pomposa celebración oficial sin base histórica alguna del impostado "Milenario del Tribunal de las Aguas", sobre un texto del fabulador arabista J.A. Conde -reverdecida ahora en los imaginarios 1050 años de dicha corte huertana (Levante-EMV, 9-04-2010)-, el quinto centenario de la muerte de Joanot Martorell en 1969 o la postrera reforma neo-barroca de la plaza de la Virgen del arquitecto municipal Emilio Rieta, que enmarca en su interior la losa epigráfica matriz de la ciudad, coronada por el emblemático cuerno de la abundancia de la cabra Amaltea sobre haz de rayos jupiterinos de las primeras acuñaciones de la colonia latina, con el texto del historiador latino Tito Livio "D. Iunius Brutus consul in Hispania is qui sub Viriatho militaverant agros et oppidum dedit quod vocatum est Valentia" y los cultos latines de algún presbítero ilustrado, quizá el recordado canónigo Vicente Castell "sic XXI sic plurima saecula feliciter XXI saeculo expleto".

Antecedentes de escaso pedigrí democrático, con la excepción de los años ilusionantes de la II República, todos ellos anteriores a la recuperación de las libertades formales de nuestros ayuntamientos al albur de la Constitución monárquica de 1978, que deparan ahora, a dos años vista y 2765 ab urbe condita -cuando de tanto en tanto aún es posible desayunarse con titulares tremendistas de El Mundo (3-04-2009) como "Las excavaciones de Ruaya anticipan que Valencia se fundo en el siglo IV a.C." o el fantaseado "Milenario del Reino de Valencia" (Levante-EMV, 26-02-2009)- la providencial oportunidad de festejar institucional y popularmente como se merce la "nascita" de la ciudad filial cuyo nombre vino a marcar el devenir histórico de estos faustos pagos mediterráneos del "Sinus Sucronensis", crisol de culturas, de la misma denominación: Valentia, Balentula, Balansiya, València.

Trascendental evento de naturaleza fundacional, parangonable a la del 750 Aniversario del Nacimiento del Pueblo Valenciano celebrado solemnemente en los años 1988-1989 -en tanto en cuanto no es posible hablar con propiedad de valencianos con anterioridad a la creación ex novo de Valentia-, cuyo futuro éxito colectivo, materializable entre otras solemnidades en exposiciones, ciclos universitarios de conferencias, mesas redondas que debatan sobre las precisas regiones de procedencia de sus primeros habitantes de origen itálico, acreditado por la práctica del culto a Ceres de la "Porca Praesentanea" o venideras naumaquias de los modernos centauros marinos de "Veles e Vents" marquianos, va de suyo decir que depende exclusivamente de la voluntad regeneradora compartida de vivir juntos, de los viejos y nuevos colonos valencianos, al modo de la vetusta dual fórmula "valentini veterani et veteres" de sus eternas inscripciones pétreas o lo que es lo mismo de la generalidad de todo el pueblo y sus recuperadas instituciones democráticas (senatus populusque valentinus).

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